miércoles, 14 de mayo de 2008

ENSAYO



FUMANDOSE LA VIDA.


“El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria.”

Enrique Jardiel Poncela.


Todos los días nos encontramos con riesgos que sin saberlo pueden acabar con nuestra vida, muchas veces de manera instantánea, otras veces poco a poco, lentamente, sin que sintamos nada. Este es el caso del cigarrillo. Con cada tabaco que consumimos, se nos van 7 minutos de vida, y resulta tenebroso hacer la operación matemática y darnos cuenta que nuestra vida se ha acortado más y más cada día. Pero lo mas grave de todo es que la empezamos a acortar desde muy temprana edad, y cuando seamos mayores será muy difícil acabar con este asesino silencioso que hace humo nuestras vidas al mismo tiempo que el se hace humo.

El grupo demográfico que presenta mayor incidencia en el tabaquismo son los jóvenes, personas apenas entre 14 y 18 años. Ellos son el grupo más vulnerable e influenciable de la sociedad. La publicidad, las presiones de grupo, y la falta de control paterno, han sido las principales causas de que hoy en día nuestros jóvenes sean los principales consumidores de cigarrillos,

Los jóvenes deciden hacer del cigarrillo parte de sus vidas a causa de la presión que ejerce la sociedad de consumo en ellos.

Las grandes tabacaleras alrededor del mundo, realizan campañas publicitarias, las cuales se enfocan principalmente hacia los jóvenes. Esta es en gran medida, la causa para la adicción al cigarrillo de los menores. No es un secreto para nadie, las compañías productoras de tabaco a nivel mundial han guiado sus campañas para que los jóvenes incursionen en el hábito de fumar. Son muchas las razones que llevan a estas industrias a hacer esto. Es mejor enviarle el mensaje a los jóvenes, ya que si se inicia tempranatemte en este dañino hábito, una vez llegada la adultez será más difícil dejarlo. Como la mente de los jóvenes se encuentra en un proceso de desarrollo biológico y mental, en esta etapa de madurez el cuerpo se adapta tanto a situaciones sociales como a factores biológicos, volviéndose parte de su desarrollo y crecen tolerando estas sustancias químicas que se vuelven parte de su sistema nervioso central y posteriormente será muy difícil deshacer estos efectos creados desde tan temprana edad. Esto resulta muy conveniente para la industria del tabaco, ya que “acompaña “el crecimiento de los jóvenes, que día a día consumen tabaco, y que muy difícilmente dejaran de hacerlo.

Las situaciones sociales que día a día viven los jóvenes son parte esencial de su crecimiento integral, y es en estas situaciones donde se encuentran con el hábito de fumar. Las presiones psicológicas generadas por los grupos en los que se desenvuelven los jóvenes hacen de estos grupos ambientes propicios para que inicien en el consumo del cigarrillo. Durante el crecimiento tanto biológico como mental, los jóvenes buscan “encajar” en determinados grupos que son de su agrado. En esta etapa los jóvenes pasan mucho tiempo con grupos de amigos, realizando actividades que todos disfrutan. Muchas veces, para poder ingresar y ser parte de estos grupos, los jóvenes se dejan influenciar por amistades y malos ejemplos, que los llevan a hacer cosas que perjudican su integridad. Entre estas cosas se encuentra el consumo de cigarrillo. Los jóvenes lo prueban la primera vez generalmente por curiosidad, “por que me dijeron que eso era bien”, pero una vez ahí, quedan atrapados y pasan por ciertas etapas propias del consumo de psicoactivos: primero, como ya mencione, lo prueban por curiosidad, luego pasan a la etapa que se conoce como “fumador social”, etapa en la cual solo practican el habito en reuniones o salidas con su grupo de amistades. Posteriormente desarrollan la adicción prematura, la cual no es muy marcada pero el consumo se vuelve más frecuente, y por último está la adicción total, donde el vicio se vuelve algo rutinario y tan normal que ya es necesario estar fumando. Esta etapa se caracteriza por el síndrome de abstinencia. Todo esto empezó con un “cigarrillito en el parche”, como me dijo un conocido cuando lo entreviste, y ese cigarrillito hace ahora parte de su vida diaria, y a decir verdad, muchas personas no se pueden estar en situaciones de interacción, como las reuniones con su amigos, sin estar fumando, “pues igual, si todos lo hacen yo por que no”.

Pero estas situaciones mencionadas van acompañadas de una ignorancia que resulta perjudicial. La ignorancia es de doble vía: por un lado, los jóvenes no tienen información ni les interesa informarse respecto al mal en que incurren con el hábito de fumar. Por otro lado, la falta de supervisión por parte de los padres, y la misma ignorancia de ellos respecto a la vida de los hijos auspician la presencia del cigarrillo en la vida de los menores. La desinformación, de la mano con la falta de control y acompañamiento paterno en la vida de los jóvenes ha favorecido la incursión de los menores en el consumo de cigarrillo. Los jóvenes simplemente no se informan, no toman en cuenta las consecuencias a futuro que el cigarrillo trae consigo. Simplemente viven el momento, y cada bocanada de humo les brinda placer, placer que en el futuro va a ser dolor, pero en el afán de la juventud no sopesan lo que hace el cigarrillo por ellos ahora, y lo que hará por ellos en el futuro. En la otra cara de la moneda se encuentran los padres, los cuales son decisivos en la vida de los hijos. De la educación y la crianza brindada por los progenitores o en algunos casos los tutores, depende la formación del menor; este es solo el reflejo de lo que le fue enseñado. Pero que les pueden enseñar padres que no saben nada, no saben sobre las circunstancias que rodean a sus hijos, no conocen las amistades que frecuentan, no saben lo que sienten, no pueden enseñarles nada porque no tienen conocimiento de sus vidas. Cada día 100,000 jóvenes comienzan a fumar, y muchos de ellos no caerían en el vicio si su padre hubiera estado hay para darle un buen consejo o simplemente su apoyo.

Los padres tienen gran responsabilidad en las vidas y en las decisiones de los hijos, pero es deber de una sociedad “justa” y “equitativa” el beneficiar a todos por igual. El estado tiene gran responsabilidad sobre su pueblo, y función, como lo dijo Rousseau en “El Contrato Social es “velar por el bienestar del pueblo”. El estado es el encargado de velar la salud publica, pero como cumplir con esta labor cuando las políticas publicas se ven impregnadas de corrupción por parte de algunos que se dejan “influenciar” por las grandes prebendas ofrecidas por las tabacaleras, cuya ganancia anual supera los 268.000 millones de dólares, más que el presupuesto de 180 de los 204 países del mundo (incluido Colombia). Esta cifra resulta alarmante, pero resulta más alarmante saber que es más alto el costo monetario presupuestado para cubrir enfermedades a causa del tabaquismo como el cáncer, que los ingresos de las tabacaleras. La ley 30 de 1986, ley encargada de regular el consumo de sustancias psicoactivas, reglamenta el expendio de cigarrillos y derivados del tabaco a personas desde los catorce (14) años. Quien quiere ver a un niño de catorce años fumando, acabando su vida poco a poco. Esta laxitud de las leyes estatales y la falta de regulación y reglamentación respecto al tabaco han hecho que legalmente sea fácil adquirir cigarrillos desde tempranas edades. ¿Que hacer cuando se ampara constitucionalmente el vicio tan perjudicial en los jóvenes? El tabaquismo es la principal causa de muerte en el mundo, y el costo de estas muertes es mucho más alto que la utilidad obtenida de la explotación de este mal, entonces ¿Por qué no extinguir con este mal?

Sin embargo, aunque el cigarrillo se encuentra presente en la vida de los jóvenes, no es una parte esencial de sus vidas. Simplemente es una etapa que deben superar a su debido tiempo. Salir de la adicción al tabaquismo es relativamente fácil, y al finalizar su proceso de maduración mental, el vicio saldrá de sus vidas. Es una etapa que forma parte de sus vidas, como muchas otras, por ejemplo alguna clase de música en especial. Todo en la vida son momentos, que se van y nos permiten formar nuestro futuro; caemos para volvernos a levantar, aprendemos de nuestro errores y los recordamos solo como una minúscula parte de nuestras vidas, lo mismo pasa con el cigarrillo, es algo que como llego así mismo se ira.

No obstante, la apabullante presión de la sociedad muchas veces encarcela a los menores y es muy difícil o imposible que se liberen de dichas presiones. El ser humano no puede vivir en solitario, y para poder adaptarse a la vida en comunidad, tiene que aceptar ciertas características de dicha comunidad, copiar ejemplos, tal como en la naturaleza, y entre estas copias, lastimosamente se encuentra el hábito del cigarrillo.